Daniel Careaga con la guitarra. Atrás suyo Ricardo Córdoba. En una de las presentaciones de Visiones. (Foto: Andrea Monasterios)

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Por: Adhemar Manjón

En la cuenta de Soundcloud de Pablo Miño hay un archivo titulado Un Millón de Veces – En Vivo (Diciembre 2011)[1]. Presionar play y empezar a escuchar el bullicio del público, los acoples de sonido y, sobre todo, esa primera canción titulada No me digas, es hacer ese viaje en el tiempo, retroceder a una Santa Cruz de la Sierra que despertaba de un letargo musical (o al menos unos cuantos se despertaban) gracias a una propuesta que se venía gestando desde hacía mucho. Fans de Misfits, The Cure, Joy Division, Massive Attack, Björk, Yo La Tengo, Javiera Mena y del Gustavo Cerati más electrónico que querían traducir esas influencias en un sonido propio, sin esperar mucho de esto, quizás ganar un poco de plata para comprar unos mejores parlantes, o tocar en algún boliche que pudiera darle buenas cervezas a cambio, o conocer a otros músicos y seguidores de la música, invitarlos a un ensayo y ver qué otra cosa se podía hacer. O simplemente amanecer fumando, charlando de esto o de aquello, de nada. 

Ese concierto de Un Millón de Veces de diciembre de 2011 se grabó en el Centro Cultural Feliciana Rodríguez. Pablo Miño fue guitarrista, cantante y letrista de esta banda. El Feliciana sigue ubicado ahí, en la calle Ñuflo de Chávez, a un par de cuadras de la plaza 24 de Septiembre y fue uno de los puntos de convergencia de la movida con otros centros, boliches y bares de la zona, muchos de los cuales ya no existen. Miño comenta que, desde mediados de 2012, cuando se acaba Un Millón De Veces, no volvió a tocar nunca más algunas de las canciones que están en ese archivo.

Transcurrieron 10 años, 11 años, 12 años. Cuando se lo dice así quizás no se siente tanto, o sí, una década es bastante, aunque, claro, el pasado es intangible y solo se atina a decir una frase hecha como: “eso fue hace mucho tiempo”.

Un Millón De Veces, junto con otras bandas como Charango, SIX, Visiones de Terror (que después sería solo Visiones), Ella Escucha Voces y Gato Diablo, serían parte del colectivo, sello, productora y, más que todo, grupo de amigos, denominado Perfecto Discos, fundado a finales de 2011 para propagar las buenas nuevas del rock (lo que se entienda por rock a estas alturas) cruceño, hasta que todo terminó, apenas unos meses después. Sobre la importancia (o no) de Perfecto Discos, su construcción, la movida a su alrededor y su final abrupto (aunque quizás muy anunciado desde el comienzo) hablaremos a continuación. Sobre esos años en que, como cantaban los chilenos Teleradio Donoso, éramos todos felices.

Los orígenes

Una escena artística no sucede de la noche a la mañana, claro está, se va dando a lo largo de muchos meses, años. Ocurre por un cúmulo de circunstancias. En este caso, Perfecto Discos quizás no hubiera existido si Daniel “Gato” Careaga no se venía en 2002 desde La Paz hasta Santa Cruz. Careaga era muy curioso de todo lo que se relacionaba con la música, sobre todo con bandas punk y, si bien no había pensado a fondo en tener un grupo, ya por 2006 se decía a sí mismo: “Tengo 23 años, no me voy a morir sin tener una banda”. En 2007, con sus amigos Bernardo Bedregal e Ignacio Prudencio -que también se habían venido de La Paz- cumplió ese objetivo creando Patty Diphusa (nombre que salió del título de un libro de Pedro Almodóvar). La formación era Bedregal en el bajo, Prudencio con Careaga en las guitarras y Alexis Antelo en la batería (quien después fue reemplazado por Enrique “Chicho” Flores). Para Careaga, La Paz es una ciudad que tiene bastante cultura y está muy alienada a muchas cosas, y en ese entonces era un hueso duro de roer si quería encarar algún proyecto artístico. En cambio Santa Cruz se le mostraba como un territorio virgen. Eso le sirvió a él -y piensa que al resto de las bandas que fueron apareciendo por entonces- para crear una música de forma más sincera. “Es mucho más pretencioso en La Paz”, afirma.

Al inicio les costó encontrar boliches donde los dejaran tocar el material de Patty Diphusa. Les pedían incluir algunos covers de Aerosmith en su repertorio, por ejemplo, así que el siguiente paso fue armar sus propios eventos, con patios y salas de casas de amigos como escenarios. Ese 2007 Careaga creó la tienda de libros y discos (además de sala de ensayos) SixPack, en el centro comercial Casco Viejo, a media cuadra de la plaza principal. La idea era seguir adelante, buscando bandas afines y llegar a algo, sin saber muy bien a qué.

Patty Diphusa en uno de sus conciertos. Aparecen aquí, de izquierda a derecha: Daniel Careaga, Ignacio Prudencio, Sergey Kolesov (zapando de ocasión) y Bernardo Bedregal

En 2008 Careaga empezó a pensar en grande. Organizó un festival en el boliche Centrósfera, uno de los más populares de esa época, lo llamó Rocktonomía (un guiño al pedido de autonomía administrativa que se hacía en esa época desde algunos gobiernos departamentales, que tenía su epicentro en Santa Cruz). Invitó a bandas como Charango, Don Adhelky, MEO e incluso a la banda reggae Contracultura. La diversidad de estilos y géneros era su apuesta en un territorio que vivía atestado de conciertos metaleros o de punk obrero. “Meses antes vi a Don Adhelky por primera vez y quedé impresionado. Eran unos changos de 13 a 16 años que la rompían y tocaban en lugares súper unders, tocaban Black Flag y esas cosas. Para que participaran del festival les dije a todos que los audicionaría –qué caradura que era, yo ni siquiera sabía tocar bien-. Para ver a Charango fui a la casa de Julio (Ulloa), que era la misma donde vivía el Cardenal Terrazas. Julio y Sebastián (Guerrero) trabajaban en una PC, ahí hacían música. Ya los había visto unos meses antes tocando en Roots. Así realizamos ese primer festival, que se llenó, la rompieron, inclusive hubo pelea”.

En 2009 y 2010 los eventos seguían. En 2010 Careaga conoció a Miño, que había vuelto de Argentina, donde había estudiado Diseño Gráfico en la ciudad de La Plata y había visto cómo se originó el sello musical independiente Laptra, con El Mató a Un Policía Motorizado como banda emblema.

“Pablo iba a los conciertos y conversábamos mucho. También con Freddy Quezada y su hermano Christian, que tenían una banda llamada Ella Escucha Voces. Ensayábamos, bebíamos. Ahí se fue amalgamando todo porque había cierta experiencia. Con Patty Diphusa tocamos entre 2008 y 2011. Fuimos a La Paz un par de veces y en Santa Cruz participábamos de conciertos en Adisecruz, esos en los que tenías que llegar primero para definir que rato tocabas y agarrarte un buen lugar. Ese 2011 se acaba Patty Diphusa, se sale Bernardo y con Ignacio decidimos crear otra banda. Le pusimos Visiones. Primero era Visiones de Terror, por Jay Reatard y su proyecto Terror Visions. Dijimos: ‘hagamos una banda cochinísima, que sea tipo White Stripes: batería y guitarra con canciones cortas’. El baterista era Ignacio, yo era la guitarra y cantaba. Luego se sumó María Fernanda García (que estaba en Charango) como bajista. Ahí comenzamos”, recuerda Careaga.

A la par de Visiones del Terror, ese 2011 germinó Un Millón De Veces con Prudencio, Miño y Guerrero. Charango estaba desde 2007 y para 2011 ya tenía dos discos lanzados: el Charango EP (2007) y el Radio Insecto (2010). También empezaba a unirse Don Adhelky, liderada por el cantante y skater Juan Pablo Imaná (formada en 2004, con un par de discos a esas alturas), así como Ella Escucha Voces; y SIX, a la cabeza de Betus Vicius. El entusiasmo estaba alto, pero todo quedaba en hacer eventos y festivales, aún sin un rumbo muy claro en lo que querían.

“Esos años han sido un periodo en el que todos teníamos la ilusión de que algo iba a pasar, y todos estábamos proyectándonos de alguna manera para hacerlo, más que por hobby como una especie de movida más de culto”, menciona Ignacio Prudencio, que actualmente reside en La Paz después de haber vivido varios años en Perú, donde estudió fotografía y trabajó en esta área. “Perfecto Discos surgió un poco a raíz de eso”, agrega.

Prudencio llegó a Santa Cruz con su madre y hermanos en 2007. Aquí estudió Diseño Gráfico. Se unió a Careaga y a Bedregal. “No conocíamos a nadie. Recuerdo que el Bernardo iba a los conciertos de Don Adhelky y quería hacerse amigos de ellos, y como que no le daban bola. Ber alucinaba en ese momento con el punk e iba solo a los conciertos. El Gato no salía mucho porque tenía un trabajo en YPFB y era padre de familia, estaba casado todavía. En medio de eso fue que hicimos Patty Diphusa. Gato siempre fue muy melómano, súper interesado en las influencias de las bandas que él admiraba. Alucinaba con Kurt Cobain y se sabía todas sus bandas favoritas; así yo también fui descubriendo bandas que no conocía, como Joy Division, Iggy Pop, The Cramps y mucho punk de los 80 que a mí me cambió totalmente la perspectiva de la música, porque yo venía más influenciado por el grunge, que es el tipo de música más paceño, y en Santa Cruz era más punk la escena”, recuerda Prudencio.

Don Adhelky, en algún momento del 2010.
Foto de Alvaro Mier

Dos colectivos, diferentes búsquedas

Cuando Perfecto Discos aún no era una realidad, existía un colectivo en la ciudad que se llamaba Colectivo de Música Alternativa Independiente, creado en 2010 e impulsado por Ronaldo Vaca Pereira, líder de la banda Animal de Ciudad. Este colectivo tuvo su semilla en los festivales anuales denominados Jóvenes Fundando Santa Cruz, que Vaca Pereira organizaba con el apoyo de la Alcaldía (ahí se premiaba con grabaciones a los músicos y cantantes ganadores). Vaca Pereira logró reunir en aquel colectivo a bandas como Doble A (del rapero Alejandro Apodaca), El Parche, Fiesta Cuetillo y otros artistas. Tenían una visión de la música seria, formal, empresarial, como quedó establecido en los convenios que realizaron con la Cámara de Industria y Comercio (Cainco) a inicios de 2011, algo que, para bien o para mal, no les interesaba a Careaga y compañía.

“En un foro que se armó en la Cainco había representantes de cada banda del colectivo de Ronaldo y tenían cierta popularidad. Todo eso podría haber sido interesante, porque también asistieron a ese foro Don Adhelky, Charango, bandas que de alguna manera no eran tan mainstream. En esas mismas reuniones la gente de ese colectivo hablaba mal, por ejemplo, de la banda que teníamos con el Gato, y les parecía que no podíamos pertenecer ahí. Julio Ulloa y Juan Pablo Imaná entonces tomaron posturas de ponerse al otro lado y decir ‘esta huevada no me representa’ y empezaron a buscar otras salidas”, señala Prudencio.

Julio Ulloa también recuerda lo sucedido en la Cainco. Charango llegó a formar parte por un tiempo del colectivo de Vaca Pereira: “Lo de Perfecto Discos se armó después que nosotros como banda nos salimos de una cuestión que se llamaba el Colectivo de Música Alternativa Independiente, que estaba más abocado a la industria. Era una buena idea, pero nosotros estábamos apuntando a otra cosa que tenía que ver más con la creatividad, los conciertos y las tocadas”, dice Ulloa, que ya tenía bastante experiencia por entonces haciendo música. Venía tocando desde finales de los 90. De 2000 a 2003 formó parte de la banda de rock melódico Audiopuerto[2], con la que grabó un disco que tuvo buenos comentarios de la crítica. “Con Audiopuerto aprendí a encarar canciones nuevas, a componerlas, pensarlas mejor, ese tipo de cosas, fue una escuela para mí. Luego yo empecé a buscar de alguna manera mi sonido”, explica Ulloa, que vivía y operaba en una de las habitaciones de la casa del Cardenal Julio Terrazas.

Gracias a Audiopuerto es que Ulloa y Miño se conocieron. Pablo asistió a uno de las presentaciones de la banda en el boliche Cuatro, que era del artista Luis Esteban Gutiérrez. Cuando el show terminó se acercó a conversar con la banda, habló con Ulloa y le dijo que con Guerrero intentaban hacer música, le preguntó si quería unirse y ver qué salía. Ulloa respondió positivamente. La amistad de Miño y Guerrero se inicia aproximadamente en 1998. “Nos juntábamos en la plaza a compartirnos discos, pasarnos discos, lo que se hacía en esa época”, rememora Miño. “El loco del Sebas escuchaba otro tipo de cosas. Me acuerdo que nos hicimos amigos por sus álbums de Aphex Twin y Kraftwerk”, completa Miño.

Ulloa, Miño y Guerrero en la época de Decepticones

Audiopuerto se termina y Ulloa, junto con Miño y Guerrero, conforman Decepticones, una banda de electropunk, pero como solo funcionaba de manera intermitente en las vacaciones que tenía Miño en Bolivia, se terminó en un par de años. Aun así, logran dar algunos conciertos en Centrósfera (“Salíamos a tocar con las PCs con esos monitores de tubo porque no teníamos laptops. Sonábamos como el culo”, recuerda Miño). De la muerte de Decepticones Guerrero y Ulloa crean Charango. El nombre viene de un disco de 2002 de la banda de trip hop británica Morcheeba que se llamó así: Charango.

En el dúo ambos músicos daban rienda suelta a su vertiente electrónica y su primer recital fue con un set electroacústico, en 2005, en un boliche que se llamaba El Club del Jazz. “Luego la cosa se volvió más como una banda, entró Juan Rodriguez en el bajo, en la batería estaba Sebastián, yo era el guitarrista y la voz. Éramos una especie de power trío. Nuestro primer concierto fue en un garaje. Creo que en el circuito de esa época estaba Anomalía (metal), Proyecto Calavera (reggae) y otras bandas más, la verdad que no recuerdo. Pero no sé si había un movimiento en sí… me parece que no. Claro que después ya vinieron los boliches como Centrósfera, después vino Rubik, Ganesha, Maaratulde. A medida que pasaba el tiempo transitábamos los lugares, había un poco más de gente, capaz que por ahí pasaba algo”, dice Ulloa.

Para 2007 el trío ya apuntaba en una dirección: querían grabar discos y tocar, con todas las armas caseras que tenían. De sesiones infinitas en la guarida de Julio salió el EP titulado Charango EP. “Con Sebas teníamos mucho tiempo libre y nos encerrábamos meses, casi todos los días tratando de sacar arreglos, inventarnos cosas, sacar sonidos, con toda una cuestión muy precaria que era mi computadora. Sacamos siete canciones, eran las mejores terminadas así de repente, como para empezar a tocar. El grupo éramos Sebastián en las máquinas, yo en la guitarra y mi hermano Toño en el bajo. En ese tiempo yo estaba escuchando mucho pop, eso se refleja en el disco, que tiene también una impronta muy a lo Depeche Mode y a lo Soda. Queríamos sacar el espíritu oscuro de la música bonita. Me parece que lo logramos”, señala Ulloa, que bautizó a su estudio casero con el nombre de La Burbuja.

Charango EP tenía las voces invitadas de Carolina Vilar, que cantó en Surmarino, y de Rocío Velazquez, que cantó en Mal común. Una vez lanzado el EP Ulloa y Guerrero continuaron experimentando y exigiéndose más para lo que sería el segundo álbum, Radio Insecto, que salió en 2010.

“No recuerdo en cuánto tiempo armamos Radio Insecto, pero lo hicimos en un espíritu de grupo. Mi hermano ya no estaba tanto con nosotros, tenía sus propias cosas. Quedamos Sebastián y yo. Pero gracias a un taller que dieron en Diakonía dos norteamericanos sobre performance, sonido e iluminación conocimos a Kathia Simon y a su prima María Fernanda García. Se generó buena química y empezamos a hacer música. Tocamos mucho hasta que se armaron las canciones. Claro que los últimos pincelazos eran un poco estresantes, pero tenía que salir algo bueno, a pesar de las pocas cosas que teníamos para generar eso. Ese disco fue como una celebración de la amistad”, recuerda Julio.

Kathia Simon en una de las sesiones para el Radio Insecto, grabado en el estudio de Ulloa

En una entrevista a la revista digital Vamos[3], publicada el 10 de mayo de 2010, los integrantes hablan de lo que significó el proceso de creación de Radio Insecto, que estaba a punto de ser lanzado. Ulloa mencionaba en esa nota que la idea central del disco “son las señales que viajan en el aire”.

Desde el arte de la tapa Radio Insecto apuntaba a la oscuridad y la ternura característicos a Charango. Tuvo 10 canciones y esta vez Julio compartió la escritura de las mismas con Simon, que firmó cuatro de ellas. En el track titulado No pretendo existir la autoría fue de Juan Pablo Imaná y Ulloa. El álbum tiene joyas como Ámbar, Menta (que llegó a tener un video musical), el trip relajado De ahí para siempre y ese caballo desbocado titulado Personal. Al igual que el anterior trabajo, la banda lo dio en descarga gratuita. Charango entonces se conformaba de la siguiente manera: Ulloa en guitarra y voz, Guerrero en programación y teclados, Simon en voz, García en bajo y Arturo Tapia en batería.

Diseño de tapa del Radio Insecto. Obra de María José vera

Ese segundo álbum también fue made in La Burbuja, aunque en esa ocasión ya tenían otros tipos de aparatos gracias a un mejor presupuesto. Incluso la masterización fue realizada en La Paz. “Disponíamos de una mejor pedalera, por ejemplo”, recuerda Ulloa, que reconoce en Radio Insecto influencias que van de bandas estadounidenses y europeas como Múm, Sigur Rós, Animal Collective, Mogwai, Grouper hasta el indie chileno, con artistas que por esa época pegaban bastante, como Gepe y Javiera Mena (“Y un montón de cosas raras que encontraba entre mis contactos de MySpace”, acota Ulloa).

Kathia Simon menciona que cuando conoció Charango le pareció interesante porque, además de una banda de música, también era un proyecto artístico, con concepto. “En ese entonces experimentábamos mucho con diferentes sonidos y al inicio también con visuales. En cuanto a búsqueda musical me interesaba justamente eso, crear algo diferente y nuevo y ver que rumbo tomaba”, expone Simon, que años antes de Charango, había estado con María Fernanda García en la banda hard-core Vanuch Vannina, donde Simon tocaba la guitarra eléctrica. También integró una banda de covers de rock clásico, donde cantaba.

Sobre el proceso de escritura de las canciones, Simon dice que utilizaron muchos juegos de palabras, o que empezaban con una frase y con base en eso creaban un concepto. De esa manera las canciones iban teniendo una especie de vida propia. No les interesaba contar una historia. “En Radio Insecto trabajamos en conjunto con Julio con algunas cosas que ya teníamos escritas y las mezclábamos con frases nuevas. Fue un proceso divertido y también bastante experimental”, apunta Simon.

“Con las letras, básicamente, la intención era que sean un instrumento más, nunca hubo un discurso de presentación, no hubo carátulas, era más que todo la música, y las letras un poco obedecen al sonido que uno va logrando, para de alguna manera abrir universos”, dice sobre este punto Ulloa.

Charango previo a la presentación del Radio Insecto. En la foto están García, Ulloa, Simon y Guerrero. La imagen salió en la revista Vamos

Vamos a explotar

En 2010 Pablo Miño volvió definitivamente de Argentina y no tenía muy claro qué hacer en Santa Cruz. En esos primeros meses de su llegada conoció a Ignacio Prudencio y a Daniel Careaga, que ya llevaban un par de años con Patty Diphusa; Ulloa y Guerrero pulían Radio Insecto, y se sorprendió al ver a Juan Pablo Imaná colaborando con ellos. También conoció al músico Sergey Kolesov, que vivió un tiempo en Santa Cruz y participó de algunas sesiones con Patty Diphusa. Miño sentía que había una convivencia buena, algo estaba pasando en la ciudad.

“Fue interesante encontrarse con gente que por ahí escuchaba la misma música. Por ejemplo, me acuerdo juntarme con Ignacio cuando lo conocí y preguntarle si le gustaba Yo La Tengo y me dijo que sí, como que no era común para nosotros. Tenés que pensar que si bien existían las redes sociales no estábamos tan enchufados por ahí”, dice Miño, que recuerda también que ya estaba establecida Ella Escucha Voces, con público pequeño pero atento a lo que hacían. Recuerda algunos conciertos de las bandas Six y The Filler. “Había esa sensación de que había mucha gente haciendo cosas y todos nos conocíamos y teníamos algo en común”, apunta Miño.

Hacer una banda no era un plan principal en la vida de Miño, no regresó con esa cuestión de “hacer música”, señala. “Me gustaba la cuestión del rock and roll, me gustaba ir a ver bandas, conocer otra gente que hacía música, estar en los ensayos, ir a los conciertos. Yo no sé si tenía la idea, pero cuando empezamos a hacer Un Millón De Veces con Ignacio, nos gustó. A Sebas le gustó. El Gato Careaga también la aprobó y ahí empezó la idea de ir de ‘hagamos una banda’ a ‘tengamos una banda, salgamos a tocar, pongámosle ganas’. Tampoco fue algo que queríamos hacer con profesionalismo. Dijimos ‘solo ensayemos’. Hasta ahí llegaba a pretensión”, señala Miño, que a través de esta agrupación quiso dar escape a sus influencias kraut, noise y de bandas como Stereolab y Los Planetas.

Un Millón de Veces surge del infructuoso intento de rehacer Decepticones con Ulloa y Guerrero ese 2010. A Julio no le interesaba mucho esa veta ruidosa y punk que Miño y Guerrero le imprimían a lo que tocaban, lo que provocó que renunciara. Para continuar, Miño tendría que dedicarse a la composición de canciones, algo en lo que no se sentía muy capacitado. Guerrero lo animó a probarse, Prudencio también ya había hecho una buena amistad con ambos y estaba listo con su guitarra. Empezaron a ensayar.

“Yo hacía maquetas de canciones en una grabadora portátil que tenía. Le envié una a Pablo para ver si él podía meterle arreglos. Se animó y me preguntó si me gustaría juntarnos a tocar. La primera vez que nos reunimos fue en mi casa, por el sexto anillo de la Santos Dumont, también fue el Sebas, que llevó su caja de ritmos. Hicimos un ensayo improvisado y como que hubo bastante química desde el principio”, recuerda Prudencio, que también señala a El Mató A Un Policía Motorizado como una influencia fuerte en ese periodo. Finalmente, los tres empiezan a tocar bajo el nombre de Un Millón de Veces en el primer trimestre de 2011.

A mediados de 2011, Daniel Careaga estaba con la idea más firme de estructurar una movida. “Era bien interesante el Gato porque tenía mucho empuje, era muy pasional, y también tenía la plata para invertir. Estaba enterado de lo que pasaba en Argentina con los sellos independientes. Pero, por ejemplo, a mí me gustaban los delirios más estéticos. De decir ‘esto tendría que tener un nombre, debería tener un ethos, deberíamos tocar en este tipo de lugares, deberíamos pelearnos contra esto’, ese era mi aporte. Les propuse que laburemos juntos”, menciona Miño. “Yo había visto como se manejaban un poco las bandas en La Plata, vi nacer a El Mató a un Policía Motorizado, así, como de la nada. La primera tocada fue en un lugar de mierda, la banda estaba buena, pero había muchas así de buenas. Lo que pasó con ellos fue que entendieron de cierta manera que no simplemente era la banda lo importante, sino que era cuestión de vender -palabra fea-, de mostrar o salir adelante con una estética. Sí, las canciones están buenísimas y son importantes, pero en el rock and roll hay que ofrecer toda una experiencia. Santiago Motorizado no es que solo hizo las canciones. Yo me acuerdo clarísimo que en mi universidad habían pintadas de El Mató y me acuerdo que él dibujaba un playmobil tirado en el piso, que era su sellito por esa época, pero nadie sabía qué era. Lo que pasaba es que el loco ya tenía las canciones, ya tenía todo pero se negaba a salir a tocar hasta que no tuviera un disco, por ejemplo. Ese era el nivel de planificación que había detrás de la cuestión. Cuando empezó a tocar los afiches los hacía él, y cuando hubo que relacionarse con otras bandas eligió muy bien esas bandas, no por cuestiones políticas sino por meras cuestiones estéticas. Era algo así como ‘si me gusta tu música todo lo demás de vos me va a gustar’. Creo que era más así y yo empecé a ver eso. Después apareció el sello Laptra, que tenía un repertorio entero para toda tu experiencia y todo el tiempo los movía. Eso se me quedó. Esa cuestión del laburo comunitario me pareció que más por cuestiones políticas tenía que pasar por sensibilidades estéticas”, resalta Miño.

Miño y Gato charlaban, hablaban sobre crear un sello. Estaban de acuerdo en los puntos “comunitario” y “estético”. Para construir todo eso necesitarían que las bandas sacaran discos, de esa manera generarían una infraestructura que moviera esa música, y que se encargara de la prensa y de lo demás. Querían hacer saber que había un nuevo movimiento en Santa Cruz, que algo estaba pasando. “Nosotros sabíamos que había bandas en La Paz, estaban Gato Diablo y Surfin Wagner, el mismo Mammut en Cochabamba, Passto. Había pequeñas cositas y de alguna manera queríamos conectar con eso. No queríamos que se pensara que Santa Cruz era solamente el funk ese que se creaba desde la Cainco”, dice Miño mientras se ríe.

Surgió entonces la idea de crear una plataforma web que aglutinara todas las bandas que ellos querían que fueran parte de esta nueva ruta. Necesitaban un nombre. “Le pusimos Perfecto porque todas nuestras producciones, todo lo que hacíamos era muy casero, muy punk, era todo muy lo fi. Una vez, en una charla de emprendedores musicales a la que asistimos con Julio, un personaje decía ‘las bandas tienen que seguir pasos para hacer su carrera, tienen que primero participar en el concurso de bandas, ganar, y de ahí van a sacar un disco, pero que esté bien hecho. Un disco bien sacado y un video’. Todo era como esa cuestión de cosas ‘bien’, un discurso de mierda. Además, qué clase de escalafón es eso de que yo tengo que tocar en ciertos lugares para ganar la aprobación de mi banda. Muy mezquino todo. Era esa actitud de mierda, de comité cívico. El tema de Perfecto venía un poco de ahí: todos grababan mal, todos sonaban más o menos porque nadie sabía grabar muy bien, pero nuestra idea era ‘mientras esté hecho con convicción, está perfecto’”. Explica Miño.

Así fue como empezó a perfilarse Perfecto Discos, en noviembre de 2011. Lo primero que hicieron fue crear una página en Bandcamp[4] con el material de Ella Escucha Voces, Un Millón de Veces, Inalámbrico (proyecto electrónico de Julio Ulloa), Cosmódromo (banda de Sergey Kolesov), Don Adhelky, SIX, Charango, Visiones de Terror, WOU! (proyecto electrónico de Sebastián Guerrero) y Gato Diablo (banda de La Paz). Después, trajeron a Gato Diablo a dar conciertos.

Pero, a excepción de Charango y Don Adhelky, las otras bandas cruceñas no tenían un disco. En la cabeza de Miño, Prudencio y Careaga estaba la idea que al siguiente año todos tendrían sus propios álbumes, porque todos tenían un puñado de canciones, todos llevaban meses tocando. 

Guerrero, Miño y Prudencio en el diario El Deber, anunciando el concierto de lanzamiento de Perfecto Discos

El lanzamiento del sello se realizó con tres recitales que se dieron en tres fechas. Eligieron como sedes el Centro Cultural Simón I. Patiño, donde el 30 de noviembre actuaron Ella Escucha Voces y Charango; el Centro Cultural Franco Alemán, donde el 6 de diciembre, tocaron Visiones (que ya tenía a Ricardo Córdoba en el bajo en lugar de García y Andrés Ortiz en el teclado y programaciones) y Six; y la Fundación Mérida, donde el 14 de diciembre se presentaron Un Millón de Veces con Don Adhelky. Las entradas fueron gratuitas. En los tres conciertos hubo grupos pequeños de gente en escenarios apenas armados y muy pequeños. La expectativa estaba ahí. Parafraseando a La bomba, uno de los temas de Un Millón De Veces: el mundo entero esperaba las explosiones.

El 11 de diciembre de ese año apareció un artículo en el diario EL DEBER, firmado por el escritor cruceño Maximiliano Barrientos bajo el título de Himnos para el fin del mundo, en el cual entrevistaba a Miño, Prudencio y Guerrero hablando de los orígenes de Un Millón de Veces. Según anotaba Barrientos, el trío aparecía para “desordenar el imaginario cruceño, tan anclado en el heavy metal ochentero”. El artículo tuvo repercusiones no muy buenas en parte del círculo musical local, que veían inexplicable -por decirlo de una manera suave- que se le diera cobertura de una página en uno de los medios más importantes del país a una banda que solo tenía un tema grabado. 

Efectivamente, Perfecto Discos llenaba un vacío, porque no es lo mismo estar todo el tiempo escuchando músicas de bandas inglesas o escocesas que tienen letras que conmueven o que provocan saltar pero que, por más que lo que digan corresponda a un sentimiento o a una idea “universal”, no están en tu ciudad. Belle and Sebastian, Pavement o The Cure no actuaban cada fin de semana en Centrósfera. Entonces, ahí estaba Un Millón de Veces tocando Verano del ‘86 para unos cuantos chicos borrachos en un escenario semidemolido. Ahí estaba Visiones, con todo ese sonido podrido, repitiendo una y otra vez ¡Unidad es tu nombre!. Las bandas de Perfecto Discos eran la respuesta a esa monótona tierra de colores que proponía Animal de Ciudad o al funk desabrido de Fiesta Cuetillo, o a la pose contestataria de Doble A. Era mejor dejarse llevar por los sonidos y voces misteriosas de Charango, las letras ingenuamente rebeldes de Don Adhelky que gritaba No me siento representado, y por el post punk alegre de Ella Escucha Voces.

La banda SIX en su presentación en el Centro Cultural Franco Alemán

Las respuestas de la crítica no se dejaron esperar: el catálogo de Perfecto Discos fue elegido por el suplemento cultural cochabambino La Ramona entre los 10 mejores discos latinos de 2011. El ranking tenía también al chileno Alex Anwandter, al español Nacho Vegas y a los argentinos Mueran Humanos, entre otros. Esto decía el texto de La Ramona, firmado por los hermanos Javier y Luis Rodríguez[5], publicado el 15 de enero de 2012, en lo referente a Perfecto Discos:

“En 2010 estuvimos a punto de incluir Radio insecto de Charango en nuestro ranking, pero algún exceso darkie del grupo y un razonable escepticismo nos hicieron vacilar. Por fortuna la paciencia valió la pena, pues en 2011 lo que era flor de un día se convirtió en grandiosa cosecha, incluyendo bandas como Un millón de veces, Visiones de terror, Ella escucha voces y Wou!, un heterogéneo muestreo en el que cabe indie guitarrero, pop hipnagógico y hasta post-punk de manual.

De entre todas estas bandas la más notable (y exitosa) es Un millón de veces, que con La bomba grabó la canción indie boliviana de 2011. Combinando una fascinación evidente por El mató a un policía motorizado y su indie noventoso, con toques de los Flaming Lips pre The soft bulletin, lo mejor del Congratulations de MGMT y hasta alguna sombra de El Otro Yo modelo Abrecaminos, los cruceños han dado con una fórmula ganadora e inédita en el país. Y aunque su sonido no sea precisamente original, es sin duda refrescante en ese contexto.

Esta es sólo una pequeña muestra de las sorpresas que guarda el auspicioso catálogo 2011 de Perfecto Discos. Ahora viene lo difícil: Separar la paja del grano, conseguir un productor que les diga a las bandas cuando se están pasando de rosca y pueden sonar mejor (o que aflojen un poquito con el porro antes de entrar al estudio, pues no todo lo que se puede tocar se debe grabar…). Como sea, tienen por delante el gran reto de consolidar un sonido, una escena, una industria, y no morir bajo el peso de una gran canción y poco más. Si el mundo no se acaba, el 2012 tiene que ser su año”.

El mundo no se acabó en 2012 como lo presagiaron los mayas, pero tampoco fue el gran año que pudo haber sido para Perfecto Discos. De hecho, no lo sobrevivió.

El viaje hacia ninguna parte llega a su fin

“Me acuerdo que en La Ramona escribieron sobre el sello, y un poco tiraban eso: ‘Bueno, veamos qué pasa’, y también esa fue la del Gato, que nos decía ‘ya hicimos la presentación, ahora ¿dónde están los discos? ¿Qué pasa con las bandas? ¿Qué va a pasar?’. Y ahí nos dimos cuenta de que realmente no teníamos nada. Habíamos hecho un delirio”, reflexiona Miño.

El 1 de febrero de 2012, en el grupo de Facebook creado por Perfecto Discos, Christian Quezada publicó un post que era un llamado de atención al colectivo. Quezada escribió: “¿Empieza a volverse un sueño más de aquellos sin concretar? Les pregunto… O empezamos a movernos”. Los comentarios de miembros de las otras bandas aceptaban el tirón de orejas y proponían reuniones para activar y concretar más cosas -grabar discos, lo más urgente-, sin embargo, poco se avanzó después de eso.

“Creo que Perfecto Discos fue la búsqueda de darle un sello a una comunidad de músicos que estaban en la misma sintonía. Y también sentí que bandas más sólidas de Perfecto nos arrastraron y nos ayudaron a ser escuchados”, dice Christian Quezada, uno de los miembros de Ella Escucha Voces. “El sello se convertía en un jinete que acompañaba la transición de una movida más colectiva, colaborativa y sólida”, agrega Quezada.

Ella Escucha Voces fue creada en 2010 para hacer bailar, según Quezada. “Queríamos crear música que nos gustaba y conectar con gente que también le gustaba. Queríamos hacer bailar a la gente. Queríamos hacer una fiesta Indie”, expone Quezada. Sobre el motivo del final del sello y colectivo, Quezada señala que no puede hablar por los demás, pero cree que Perfecto Discos finalizó porque el trabajo para llevarlo adelante era muy duro.

Ella Escucha Voces dejó de tocar en 2012. A pesar de que tenían un repertorio de varias canciones en sus conciertos solo quedó una como testimomio de su existencia en el catálogo de Perfecto, Conspiración Diamante, con voces de Marie Coq, que canta el tema en francés. Christian es además el autor del arte que representaba a Perfecto: un perro siberiano. “Fueron pocos años pero fueron bien gozados”, dice Quezada, que tiene la guitarra descansado desde ese final y dedica su vida desde entonces al diseño gráfico.

Todo se iba diluyendo mientras la gente iba reconociendo cada vez más a los proyectos agrupados en Perfecto. “Recuerdo las fiestas denominadas Eterna que se hacían en Centrósfera, que, si bien no las organizaba Perfecto, las llevaban adelante amigos que incluían a nuestras bandas. En esas fiestas nos dimos cuenta que había harto poder de convocatoria, de que de verdad había gente que quería ir a vernos. Tocamos una vez Ella Escucha Voces, Charango y Un Millón de veces y fueron como 300 personas, estaba lleno. Y en ese tiempo los que metían esa cantidad de gente eran Los Salmones [banda ‘rolinga’ cruceña que apelaba muchas veces a una lírica costumbrista. Uno de sus hits se titulaba ‘El rock del yesca’], y nosotros teníamos otra música, otra cuestión, otra movida, y estábamos metiendo esa gente. ¿Qué fue lo que pasó? Las bandas tendríamos que haber trabajado, tendríamos que haber sacado discos, tendríamos que haber seguido adelante. Pero la única banda que en ese momento tenía un álbum era Charango. Six estaba medio que terminaba. Don Adhelky se separó, Ella Escucha Voces se separó, Un Millón de Veces vivía separándose. Quedó en evidencia que el movimiento era endeble. Que, si bien todo era bello y poderoso, no estaba hecho para durar”, menciona Miño.

Afiche de una de las fiestas denominadas Eterna, que se realizó en Centrósfera

En la página de Perfecto Discos se lee un texto que queda a medias: “Perfecto Discos es una entidad colectiva creada con el fin de difundir y registrar la producción musical de artistas que no buscan la inclusión en el circuito comercial que propone el entorno, sino que apuesta a algo más ambicioso, generar un espacio de encuentro, hoy, a través de la música contemporánea con el futuro. El nombre Perfecto hace alusión a la idea de lo consumando, lo absoluto, pe (sic)”. Una suerte de manifiesto que ahora se puede leer como un presagio de ese camino sin concluir. 

Daniel Careaga, que actualmente vive en La Paz, menciona que algo que siempre envidiaba de una forma sana del colectivo creado por Ronaldo Vaca Pereira era su organización. “Porque en el fondo no te decía nada, pero sí tenía buena organización y apostaba a hacer las cosas serias y bien. Nosotros éramos muy amateurs en ese sentido, lo independiente lo tomamos tan en serio incluso en el tema de nuestros equipos, seguíamos con guitarras Squire, con distorsiones de mierda, con sonidos de mierda. Todo se cayó por eso, porque no había madurez en ese proceso. Y ya luego cada uno, independientemente, hizo lo suyo. De alguna manera, creo que en ningún momento nos peleamos o algo por el estilo, fue como ‘yo hago la mía’, emputados del resultado”.

“El Gato siguió adelante con su proyecto de tener su sello, porque ni bien vio que Perfecto se estaba yendo a pique se despidió. Empezó con Sixpack Producciones, organizaba conciertos bajo ese nombre y sacó un compilado de bandas de SixPack. O sea, ni bien murió Perfecto él siguió solo. Eso generó cierto resentimiento de alguna manera, pero él tenía razón, hicimos cosas y fue hermoso, pero no supimos cómo seguir”, manifiesta Pablo.

El compilado SixPack fue editado en abril de 2013 y reunía a cuatro bandas en un disco compacto: Monoestéreo con la canción En las mañanas, Trapos con el tema Felicidad, Visiones con Quiero endorfinas y Melomaniac con Rojo Diamante.

Daniel Careaga siguió con Visiones y con los eventos, esta vez organizados como SixPack Producciones

“Nosotros teníamos un repertorio de ocho canciones que tocábamos en los conciertos y en ese proceso empezamos a pelearnos mucho con Ignacio. La primera vez que íbamos a tocar con Un Millón por una paga era todo un evento para mí, era en un boliche llamado Boombox, en ese momento ya estaba Diego Tejerina en el bajo y también “Chicho” Flores en la batería. Ahí no quisieron ensayar, yo no tenía ganas de pelear, la banda se estaba yendo a pique”, recuerda Miño.

El último concierto de Un Millón De Veces fue el 6 de julio de 2012, tocaron con Charango y la banda paceña La Burkina, en Centrósfera. “Yo me acuerdo que esa tocada final agarré mis cosas y me fui sin despedirme y, bueno, ahí se acabó todo”, rememora Miño.

“Pablo fue más como el líder de la banda, sabía más de las letras y tenía como ese ímpetu de dirigir a la banda, pero entre los tres arreglábamos las canciones, nos complementábamos”, comenta Prudencio. “Después a mí me agarró la locura y decidí dejar tanto Un Millón de Veces como Visiones”, agrega entre risas. “Tenía otras expectativas y no se daban, sentía como que en ese momento Pablo no cantaba tan bien. Me puse medio exigente, tenía un tema con como cantaban tanto Pablo como el Gato, como que no cumplían las expectativas que tenía, ahora lo veo a Pablo y sé que canta excelente”, señala Prudencio, que estuvo en Santa Cruz hasta 2015, cuando se regresó a La Paz.

“La verdad es que me deprimió todo lo que pasó, porque por más que no haya sido pensado para durar y no haya sido en serio, sí les pusimos hartas ganas, harto amor. A Un Millón De Veces le pusimos harto amor. Era nuestra vida en un momento porque -yo no sé cómo hacía- yo trabajaba desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde y de ahí era irme al centro a encerrarme con el Sebas, que también salía de su trabajo a esa hora, y con Ignacio que venía de clases. Nos metíamos a la sala hasta las 10 de la noche, todos los días. Bebíamos y fumábamos todos los días. No sé cómo hacíamos, pero nos gustaba la música que hacíamos, mucho. Y teníamos buena respuesta de la gente. Sentíamos que teníamos algo bueno entre las manos”, menciona Miño.

Julio Ulloa recalca que nunca hablaron de tener algo así como ‘estatutos’ con Perfecto Discos, más bien piensa que eso que sucedió fue una cosa muy fuerte, del momento. “Era como darle nuestro sello a algo que estaba pasando, con la gente, con las bandas y con la música local en general. Estaba todo más cohesionado con Perfecto, todo estaba funcionando bien de alguna forma, pero ya después cada quien obviamente siguió su camino, nosotros igual el nuestro, siempre por el camino de la música”, señala.

“Había un prospecto de movida pero no habían recursos. Nadie en ese momento podía grabar, tampoco éramos muy buenos pensando en meternos a estudio, recién estábamos empezando a tocar, básicamente. Cada uno hizo sus maquetas caseras”, señala Prudencio y después de pensar un poco, agrega: “Eso quizás le daba también su autenticidad”. 

Para Kathia Simon, Perfecto Discos terminó rápido porque en esa época -al igual que hoy- es complicado para los músicos poder dedicarse un 100 % a esta labor. “Sabemos que nos movemos en un medio que es muy complicado para vivir, en la música o las artes. Muchos tenían que trabajar en otras cosas, era complicado coordinar entre todos el tema de tiempos y no se contaba ni se cuenta con apoyo a la cultura como sabemos, así que se hacía lo que se podía y cuando se podía y eso siempre es una desventaja”, señala Simon. “Fue una época divertida para los conciertos. Tocar en vivo es una experiencia diferente porque te permite tener una visión real de la aceptación del público, de las reacciones, te permite la interacción y la creación directa, por lo que también se pueden hacer cosas diferentes y nuevas, y sobre todo es muy divertido”, puntaliza Simon.

La era post-Perfecto Discos

La resaca post-Perfecto fue como dar manotazos de ahogado. Daniel Careaga siguió intentando con Visiones. Rearmó su banda. En 2013 sacaron un EP de dos canciones y en 2014 otro EP con dos canciones. En uno de ellos estaba la canción Quiero endorfinas, que tocaban desde los inicios de Visiones. Ambos EPs fueron producidos por, nada más y nada menos, el músico británico Ian Crause (que llevaba una década en Santa Cruz viviendo como podía y donde podía). “Después de eso nos fue pésimo, porque no supe organizarme, tuve otra sala, más grande pero no la supe administrar y en esa mala organización sufrió la banda. Sentía además que en Santa Cruz no podía estar, lo que hacía ya no funcionaba, hice algunos eventos y me fue mal. Me fui a La Paz en 2018. Rehice mi vida, me casé”, cuenta Careaga. Desde aquel 2014 Visiones no edita material nuevo.

Pablo Miño se escondió unos meses para replantear su futuro artístico. En 2013 crea La Luz Mandarina y empieza a componer nuevos temas. En 2014 consolida esta agrupación y saca un EP de cuatro canciones. Una de ellas, Siberia, formaba parte del repertorio de Un Millón de Veces. La Luz Mandarina tenía en sus filas a Miño en guitarra y voz, Angel Aguilar también en guitarra, Diego Tejerina en el bajo, Juan Rodríguez en el chelo, Carmen Lucía Carvalho en el violín y Sebastián Guerrero en la percusión y los teclados. El nombre de la banda es una referencia a la banda kraut alemana Tangerine Dream, pero también a la canción Feliz cumpleaños del argentino Francisco Bochatón.

En 2016 La Luz Mandarina saca su primer disco, con ocho canciones, en el que, además de Siberia, se incluye a La Bomba y Verano del ‘86 como los temas que sobrevivían del ciclo Un Millón de Veces. El álbum, titulado Paliza, también se publicó en formato CD. En 2019 lanzan un EP con seis canciones titulado Los días de furia y oro (Sebastián Guerrero se fue a vivir a España en el medio de la grabación de este trabajo). Miño, que veía cómo su banda cambiaba formaciones cada vez, anunció el año pasado que tendrían una pausa indefinida, aunque sin hacer énfasis en que era el fin de La Luz Mandarina.

La Luz Mandarina modelo 2016. En la foto están Angel Aguilar (guitarra), José Luis Rivera (batería), Lucía Carvalho (violín), Pablo Miño (voz y guitarra), Diego Tejerina (bajo), Sebastián Guerrero (teclado y programación)

En 2019, en una entrevista a Miño, días antes del lanzamiento de Los días de furia y oro[6], a la pregunta sobre cómo veía la época de Perfecto Discos, el músico y artista gráfico dijo que Decepticones y Un Millón De Veces fueron proyectos muy divertidos de hacer, surgidos en el momento de una pulsión vital. “Había una cuestión ahí, esa huevada punk primigenia, de hacer las cosas y salir adelante y ser todo, que tiene una gran inocencia, es super bella”, dijo Miño, y agregó: “La Luz Mandarina, de a poco -puede sonar horrible lo que digo- se volvió más pretenciosa”.

Charango siguió participando de conciertos mientras se hablaba de un nuevo disco en proceso, hasta que por fin en 2019 se develó bajo el título de Noche 3, que contiene nueve temas. La banda mantenía casi la misma formación que en Radio Insecto, salvo que ya no estaba María Fernanda García en el bajo (aunque participó como invitada cantando en un par de temas), su lugar lo ocupó Juan Rodríguez. Además de eso tuvo un par de músicos invitados. Charango sigue tocando, a veces se presenta en vivo simplemente como un trío. “Hemos tenido muy pocos seguidores pero siempre estaban ahí, inclusive hasta ahora. Me gusta eso que tengamos un público, aunque sea pequeño, pero es nuestro público”, menciona Julio Ulloa.

SIX sacó un disco de ocho canciones en 2013 titulado Ilógico. Siguió tocando y publicando uno que otro tema, después desapareció. Mientras que de los otros proyectos se supo poco o casi nada. Gato Diablo de La Paz se separó. Don Adhelky también, aunque su página de Facebook se mantiene activa, y cada tanto anuncian publicaciones de materiales inéditos o reediciones.

Cuando Perfecto Discos ya quedaba en el recuerdo, el Colectivo de Música Alternativa Independiente se consolidó más, convirtiéndose además en un “ejemplo de negocio”[7].  En 2012 cambió de nombre por el de Colectivo Núcleo de Industria Musical. En 2017 Fiesta Cuetillo se convirtió en la primera banda boliviana en participar del mítico festival Cosquín Rock, en Argentina. Animal de Ciudad va por la media docena de discos y en 2015 hicieron una gira por México. Desde entonces viajaron tres años más, compartiendo escenarios en festivales con bandas como las argentinas Eruca Sativa y La Beriso y la local Tex Tex. En 2019, la banda grabó un tema con Alex Lora, líder de la histórica banda mexicana de rock El Tri. Animal de Ciudad también ha participado del Cosquín Rock argentino y en la edición boliviana del mismo festival que se realizó en Santa Cruz en 2018. Doble A siguió pisando fuerte en la escena local y nacional hasta que su líder, Alejandro Apodaca, fue acusado de delitos sexuales en 2018. Apodaca no estaba en el país para entonces. El año pasado volvió a hacer música bajo el nombre de Samsaro. Vive en Estados Unidos. La agrupación El Parche es una institución del hip hop cruceño.

A pesar de esas diferencias “estéticas” y de discurso entre ambos colectivos, varias bandas compartieron escenarios en más de una ocasión en distintos eventos y festivales.

Lo que quedó

Gato Careaga mira lo que pasa ahora en la escena rockera de Bolivia y cree que desde Perfecto Discos hicieron un aporte, dejaron una especie de legado. “Visiones sí ha tenido buena repercusión, afuera de Santa Cruz más que todo, y bastante en Cochabamba. Los Últimos glaciares, Astronauta Suburbano han sido influenciados por esta movida. En Cocha pega harto Visiones. Más que en La Paz”, señala Careaga, y apunta también a las bandas cruceñas Los Torkuatos y Las Lesbis FC como herederos de toda la movida Perfecto. Careaga agrega que su banda aún puede volver a tocar en cualquier momento. “Nunca tuve la idea de dejar Visiones. No voy a mandar al bombo todos esos años. De hecho, la pandemia del covid ha perjudicado ese regreso”, menciona.

Pablo Miño sella sus producciones de La Luz Mandarina aún como creaciones dentro de Perfecto Discos, como un homenaje pero también con un dejo nostálgico de todo eso que ocurrió. En los años subsiguientes al sello, cuando tocaban en conciertos con La Luz, sentía una soledad en la escena, ya que no había bandas con las que congeniaran. “Cuando arrancamos el primer disco de La Luz era muy solitaria nuestra labor, no pasaba nada. Algún tiempo después, cuando volvimos a tocar a Cochabamba con Chicas Delfín, en ese mismo lugar estaba Ionse, estaban Los Últimos Glaciares, nos conocimos, charlamos un toque. Cuando estábamos por sacar Los días de furia y oro nos hicimos amigos de Las Lesbis FC, una banda de acá de Santa Cruz, súper joven, y con los que hicimos una buena relación, nos hicimos reamigos. Su música está buenísima y responde a un criterio parecido, al decir esta es la música que nosotros hacemos, no está hecha para tocarla en tu fraternidad pero esto es lo que hay”, dice Miño.

En febrero de 2020, Marcelo Sandóval, músico e integrante de la banda Los Últimos Glaciares, publicó en el suplemento cultural La Ramona el artículo titulado Entre sintetizadores y guitarras corrosivas, un nuevo horizonte en la música nacional[8], en el cual señalaba que “en los últimos 15 años, la escena musical local ha experimentado un cambio profundo. (…) Ha surgido toda una camada de nuevas bandas con intenciones claras de revivir y explorar sonidos que no han sido muy recurrentes en nuestro medio como el post-punk, dreampop, post rock o lo que tradicionalmente la crítica engloba y denomina en la actualidad con un término un poco ambiguo: ‘indie’”. Luego, Sandóval pasaba a hacer una lista de siete bandas que fueron fundacionales “para el movimiento actual”. En ese listado aparecía Visiones, a quien Sandóval califica como un referente en cuanto a post-punk en Bolivia y menciona que su ultimo concierto fue en Cochabamba, en 2018. Otra banda aludida era La Luz Mandarina, que recogía la estela dejada por Un Millón de Veces. El artículo también hablaba del trabajo de nuevas bandas cruceñas como Ginger y Las Lesbis FC.

Ya en 2015, la revista cultural digital argentina Indie Hoy había sacado un artículo titulado 7 bandas de Bolivia para conocer[9], en las que incluía a Visiones y a La Luz Mandarina (nuevamente hubo algunas protestas locales porque se nombraba a esas dos bandas que apenas juntaban ocho temas entre ambas y no tenían una “trayectoria”).

“Toda esa época fue súper divertida, porque yo en La Paz era una persona más solitaria, tenía pocos amigos, no salía mucho, y allá en santa Cruz tuve un tipo de vida distinto y ese cambio fue súper interesante también. Lo disfruté mucho porque todo se centraba en la amistad, en pasarla bien, tomar cerveza, ensayar y hacer música y no sé, todo el mundo disfrutaba realmente de hacer música, de tener su propia banda, de hacer tus propias canciones y que además a la gente le guste”, dice Ignacio Prudencio, que cuando regresó a La Paz en 2015 formó la banda Disoluto con Coco Bedregal (hermano de Bernardo. Coco fundó en el 2000 la banda grunge UNIT, que duró algunos años) con la que sacaron algunos temas que quedaron en un EP presentado en 2016. El proyecto se acabó en 2017. Desde entonces, Prudencio no ha hecho más música. En 2019 presentó su primer libro de fotografías, autoeditado en Perú.

“Teníamos fe en que eso iba a despegar y que íbamos a tener una visibilidad más allá de Santa cruz, era así la ilusión que todos teníamos”, recuerda. “Estuve 8 años en Santa Cruz, podría decir que fue la mejor época de mi vida postadolescente”, finaliza Prudencio.


[1] https://soundcloud.com/pablo-mi-o/sets/un-millon-de-veces-en-vivo-diciembre-2011

[2] https://www.youtube.com/watch?v=ABbYQbkZXp8

[3] https://revistavamos.wordpress.com/2010/05/10/radio-insecto-llega-de-la-mano-de-charango/

[4] https://perfectodiscos.bandcamp.com/

[5] https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/mejores-discos-latinos-2011/20120115231500661355.html

[6] https://hayvidaenmarte.wordpress.com/2019/10/02/2820/

[7] https://www.la-razon.com/lr-article/santa-cruz-la-musica-un-negocio-rentable/

[8] https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/sintetizadores-guitarras-corrosivas-nuevo-horizonte-musica-nacional/20200222112617752788.html

[9] https://indiehoy.com/listas/7-bandas-de-bolivia-para-conocer/